18 de enero de 2013

Terapia animal

A Marçal le encantan los animales. Yo, de pequeña, recuerdo pedir con mucha insistencia un perro en casa, pero nunca pasamos de las tortuguitas o los peces de colores, aunque creo recordar que tuvimos un periquito.  
Marçal no le tiene miedo a nada, todo lo contrario que su madre... 
Nunca me asustaron los perros pero ya siendo más mayor me mordió uno y desde entonces no me acerco a cualquiera.
A Edu también le encantan los animales, especialmente los perros y en su casa siempre han tenido uno.
Aún así, no estamos preparados para tener uno en casa. Ya hemos tenido algún disgusto que otro con los animalitos.

Hasta ahora Marçal era muy pequeño así que decidimos empezar con un hámster ruso blanquito muy pequeñito y muy mono. Rudolf, que era como se llamaba el hámster, tenía su jaula enorme con sus toboganes, ruedas y pasillos exteriores para vivir a sus anchas. Hasta teníamos una pequeña bola transparente en la que lo metíamos para pasear por casa y no perderlo. Evidentemente, nosotros, más Edu que yo, nos encargábamos de limpiarlo y alimentarlo, Marçal era muy pequeño. Incluso nos lo habíamos llevado de fin de semana con nosotros para no dejarlo solo en casa. Creo que para él fue una buena experiencia, un animalito en casa, alguien a quien cuidar y con quien jugar. Pero con él, tuvimos nuestro primer disgusto, ya me entendéis... Rudolf se fue a la montaña en busca de su mamá y como era tan feliz decidió no volver. Aún hoy, de vez en cuando hablamos de Rudolf, "qué estará haciendo? será feliz con los suyos?" nos pregunta Marçal.

El año pasado por su cumpleaños le regalamos una pequeña pecera con dos peces negros pequeñitos. Ya con 5 años, era Marçal el que se encargaba de alimentarlos y disfrutaba mucho haciéndolo. A uno le bautizó como "Cara de Cocodrilo" y al otro..., no recuerdo, no me dio tiempo a familiarizarme demasiado con él. Tuvimos mala suerte, los peces estaban enfermos y se murieron, primero uno y después el otro. Así que compramos unos más en la misma tienda y se murieron también. No fue culpa nuestra, nosotros los cuidamos mucho, pero estaban enfermos. A Marçal le explicamos la verdad, y tuvimos unos días de llantos intensos en casa, qué pena... Incluso en el colegio se desahogaba llorando con su profesora. Menudo disgusto...

Así que después de esta mala racha y tantos disgustos decidimos dejar aparcado lo de los animalitos hasta más adelante. Estoy pensando en algo para su cumple... no sé... ya veremos.

Hace un tiempo, en la comida anual con todos mis primos, estuvimos en casa de uno de ellos, rodeada de monte y con perros siempre corriendo arriba y abajo. Tendríais que haber visto como disfrutó Marçal, corría arriba y abajo, cual animalito salvaje y se comunicaba con los perros de una forma increíble. Los perros le adoraban y se dejaban hacer de todo, incluso les abría la boca y les revisaba la dentadura!!








Si fuera por él, estaría siempre rodeado de animales.
Hace un par de años, una mamá del colegio de Marçal organizó un día en la granja en familia y nosotros nos apuntamos. Los niños se lo pasaron genial. Todo el día jugando con los animalitos. Los podían coger, acariciar, dar de comer. Había cerditos, caballos, conejos..., de todo. Una experiencia muy recomendable para ir en familia. Y si encima vas con todos tus amiguitos de la clase, inolvidable!!




El fin de semana pasado, mi padre se llevó a Marçal de excursión por la mañana. Fueron a casa de unos amigos que tienen animales y huerto y a los que Marçal le encanta visitar. "Podemos ir? podemos ir? podemos ir?" Pues este fin de semana sí.
Llegó a casa con huevos recién puestos y patatas recogidas por él mismo, tan orgulloso!
Os dejo con las fotos de este día hechas por mi padre.

Besitos!!















   

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